Una selva es
una zona con vegetación densa, marcada por la intensa competencia y la lucha
por la supervivencia entre las especies de animales que viven en ella.
Alrededor del 57 % de las especies de seres vivos en el planeta viven en las
selvas. Los animales habitan en todos los alrededores del mundo, pero más de la
mitad de los animales de este planeta se encuentran en las selvas tropicales.
Los animales de la selva se
encuentran, constantemente, en la lucha para asegurar su supervivencia. La principal
característica ecológica de las selvas tropicales es la gran biodiversidad.
Este
bioma goza de una actividad trepidante, donde casi todo está a la vista.
Prácticamente no hay nada que esté bajo tierra –como es el caso de los
bosques-; la selva vive del suelo hacia arriba.
La
competencia por la luz provoca un «estiramiento» de la vegetación hacia las
partes altas, donde llega la luz del sol. Este hecho implica una clara
estratificación de la vegetación. La gran cantidad de biomasa en forma de
madera, hojas y otros restos vegetales, se regenera continuamente, de forma que
alimenta una muchedumbre de organismos descomponedores.
Los
nutrientes que resultan de los procesos de descomposición no permanecen
demasiado tiempo en el suelo a causa de las frecuentes y abundantes lluvias,
que lavan de manera brusca el suelo de la selva. La mayor parte de los
nutrientes son rápidamente incorporados por los seres vivos, que los introducen
nuevamente al ciclo ecológico.